La cooperación antiterrorista de la UE con Túnez y Marruecos

Los estados europeos deberían dedicar más esfuerzos al trabajo conjunto con Marruecos y Túnez sobre la radicalización

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El fallo más común en los esfuerzos antiterroristas en el Magreb

Marruecos y Túnez se han convertido en los últimos años en la primera línea de los esfuerzos antiterroristas de la UE en el norte de África, pero los enfoques de ambos países adolecen de un fallo común.

Los ataques terroristas en suelo europeo en París (noviembre de 2015), Bruselas (marzo de 2016), Niza (julio de 2016) Berlín (diciembre de 2016) y Barcelona (agosto de 2017) fueron todos llevados a cabo por militantes con vínculos con Marruecos o Túnez.

Los dos países también han proporcionado un gran número de combatientes extranjeros a los grupos yihadistas en Irak y Siria. Más de 1600 marroquíes han ido a luchar a Siria e Irak, mientras que Túnez tiene la mayor proporción de combatientes extranjeros por población que cualquier país, con alrededor de 3.000. Túnez también ha sido escenario de ataques terroristas contra turistas europeos, incluido el ataque a la playa en Susa, en el que murieron 38 civiles, entre ellos 30 británicos, en 2015.

Estas tendencias han colocado a Marruecos y Túnez en la primera línea de los esfuerzos de la UE para combatir el extremismo en el norte de África, según un nuevo documento de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por sus siglas en inglés). En asociación con la UE, ambos países han realizado importantes esfuerzos recientes en el campo de la lucha contra el terrorismo, con cierto éxito.

El estado marroquí emplea una red de 50,000 mqadmin (informantes) en todo el país, que informan cualquier actividad sospechosa a los servicios de seguridad. En noviembre de 2017, se convirtió en el primer país del norte de África en poner en órbita un satélite de vigilancia de alta resolución.

Desde la revolución de 2011, Túnez ha intentado reformar los servicios de seguridad heredados del régimen autoritario de Ben Ali, fortaleciendo el ejército y mejorando su capacidad para prevenir y responder a las amenazas terroristas. La ausencia de un ataque terrorista significativo en suelo tunecino desde el ataque de Susa en 2015 destaca su éxito en esta área.

Pero los enfoques de ambos países para combatir el terrorismo adolecen de un defecto común: prestar poca atención a los marcos legales y judiciales para tratar a las personas detenidas por cargos de terrorismo, y a los factores socioeconómicos que contribuyen a la radicalización.

Túnez parece no tener una política efectiva para manejar a los 800 combatientes extranjeros que han regresado de Siria e Irak hasta ahora, o los miles de personas a quienes el gobierno ha impedido viajar para unirse a grupos yihadistas.

El sistema penitenciario tunecino ya está severamente superpoblado, con algunas cárceles operando al 150% de su capacidad, y hay pocas pruebas de que el gobierno haya adoptado un enfoque sistemático para la desradicalización.

El gobierno marroquí afirma haber anulado 352 ataques y desmantelado 174 células terroristas desde 2002. Esto destaca la capacidad del estado para detectar y prevenir ataques, pero también indica la alta prevalencia de la radicalización en todo el país.

Marruecos tiene el nivel más alto de desigualdad de cualquier país del norte de África, un tercio de su población adulta es analfabeta y el 29% de los jóvenes marroquíes están desempleados.

Las regiones deprimidas en ambos países sufren una persistente marginación económica, social y política. Sin embargo, ambos estados están haciendo poco para abordar estos problemas, a pesar de la concentración de individuos radicalizados en áreas pobres.

Por esta razón, la UE debería complementar su enfoque actual en la asistencia de seguridad técnica y operativa prestando mayor atención en cinco áreas como el tratamiento de sospechosos arrestados y la relación más amplia del estado con comunidades que son desproporcionadamente vulnerables al reclutamiento de terroristas.

Los gobiernos de ambos países podrían hacer mejoras significativas en seguridad cumpliendo la promesa de las revueltas árabes: tratar a sus ciudadanos con mayor respeto y brindarles oportunidades económicas y sociales importantes.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.