View from Madrid: ¿Qué hacer con Turquía?

España se ve a sí misma como intermediaria entre Europa y el mundo musulmán, aunque con un cierto escepticismo. 

España ha encabezado tradicionalmente la noción de una Turquía europea. Madrid apoyó activamente la candidatura de Ankara en su adhesión a la UE y se ha asociado con ella en iniciativas como la Alianza de Civilizaciones, – un contrapeso presentado a mediados de los años 2000 ante la guerra contra el terrorismo del gobierno de Bush-; y, recientemente, desplegó 130 tropas y una batería de misiles Patriot en el sur de Turquía en solidaridad con un aliado de la OTAN.

A pesar de la preocupación por el deterioro de las relaciones entre Europa y Turquía, así como por la deriva autoritaria de Erdogan, los oficiales españoles insisten en la necesidad de construir puentes en vez de cortar todos los lazos con Ankara. En palabras de un diplomático español que cita un proverbio turco, «sólo los verdaderos amigos pueden decirte verdades amargas». Esto refleja la tradicional diplomacia cautelosa de España, así como la visión que Madrid tiene de sí mismo como facilitador e intermediario entre Europa y el mundo musulmán.

Por tanto, el actual gobierno minoritario del presidente del Gobierno Mariano Rajoy (PP) se opone a congelar las negociaciones de adhesión con Ankara. Por el contrario, los funcionarios subrayan la necesidad de mantener canales abiertos para mantener a Turquía estratégicamente anclada a Occidente y a Europa. La idea de mejorar la unión aduanera se considera positiva en este sentido, ya que podría reforzar la integración económica de Turquía con la UE y así ayudar a una espinosa relación a través de los disturbios políticos.

No obstante, existe una sensación generalizada de que la influencia de Occidente y la UE con Turquía ha disminuido claramente y que Erdogan está dispuesto a proceder con su represión después del golpe, independientemente de las críticas. La apertura de España a Turquía tampoco es incondicional, y debe verse también en el contexto de un cierto escepticismo en España con respecto a la ampliación en general, sobre todo teniendo en cuenta la evolución de los Balcanes. De ahí la insistencia de Madrid en el cumplimiento estricto de los criterios de Copenhague.

Los partidos de oposición españoles (PSOE, Ciudadanos y Podemos) también tienen una postura más dura sobre Erdogan que el actual gobierno. La presión de la oposición obligó al gobierno minoritario de Rajoy a adoptar una posición negociadora más dura sobre el acuerdo de refugiados de 2016 con Ankara, y tal presión podría resurgir durante las conversaciones de adhesión si Erdogan continúa con su ataque a la democracia y a los derechos humanos.

Sin embargo, hasta el momento, los oficiales destacan el deber de estar atentos, señalando la necesidad de que Erdogan negocie sus reformas constitucionales -que requerirán llegar a la oposición- después de un referéndum considerado como inconcluso.

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