Reparaciones y la crisis de la política exterior de Polonia

El retorno de la debacle de las reparaciones revela cómo las relaciones internacionales de Polonia han sido infectadas por la manera primiriva de PiS de abordar la moralidad, la historia y la soberanía. 

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El retorno de la debacle de las reparaciones revela cómo las relaciones internacionales de Polonia han sido infectadas por la manera primitiva de PiS de abordar la moralidad, la historia y la soberanía. 

A medida que el conflicto entre Varsovia y Berlín se ha ido profundizando, la cuestión de las reparaciones de guerra ha sido puesta de nuevo en la agenda por el gobierno polaco de PiS. El influyente líder del partido, Jaroslaw Kaczynski, afirmó el año pasado que «Alemania debe a Polonia grandes sumas de dinero», y este mes encargó un estudio para calcular las reclamaciones financieras de Polonia por las pérdidas de la Segunda Guerra Mundial.

Las perspectivas de recibir cualquier pago financiero de Berlín son próximas a cero. En 1953, Varsovia siguió el ejemplo de los aliados occidentales y de la Unión Soviética renunciando oficialmente a cualquier reclamo de más reparaciones de Alemania. Además, el vicecanciller polaco Magierowski confirmó recientemente que Varsovia respeta el carácter vinculante de este compromiso jurídico, lo que sugiere que la racionalidad del movimiento de Kaczynski es cuestionada incluso dentro de los círculos gubernamentales.

Por supuesto, el resurgimiento de la cuestión de las reparaciones se debe más a consideraciones políticas que jurídicas o económicas. El presidente polaco, Andrzej Duda (también del PiS) vetó recientemente dos propuestas para reformas polémicas del poder judicial, frustrando los objetivos de Kaczynski de poner a los tribunales bajo el control del gobierno y plantear la especulación de una división en el campo gobernante. Además, Alemania siempre ha sido el chivo expiatorio popular del PiS para distraer la atención de los votantes de tales problemas domésticos.

Sin embargo, las «reparaciones operacionales» representan algo más que la instrumentalización de la política exterior con fines domésticos. También revela cómo las relaciones internacionales de Polonia han sido infectadas por el primitivo enfoque del PiS hacia la moralidad, la historia y la soberanía.

Moralidad

Para el PiS, la búsqueda de «victorias morales» es fundamental.  No hay duda de que el reclamo polaco de las reparaciones tiene un sólido caso moral, tal vez más que cualquier otro país, además de Israel y las antiguas repúblicas soviéticas. La ocupación nazi de Polonia resultó en la muerte de más de 5,5 millones de ciudadanos polacos (aproximadamente la mitad de los cuales eran judíos), así como la destrucción casi total de Varsovia y muchas otras ciudades. Polonia sólo renunció más tarde a reclamar reparaciones bajo órdenes de Moscú, de las cuales dependía completamente el gobierno comunista de Varsovia. Para el PiS este error histórico necesita ser corregido a cualquier costo y está dispuesto a sacrificar objetivos de política exterior como por ejemplo buenas relaciones con un vecino clave o reputación e influencia en la UE para lograr esta victoria moral.

Sin embargo, en realidad esta política no sólo es imprudente, sino que también profundamente inmoral. Como destacó recientemente el comentarista polaco Kazimierz Wóycicki: «Incluso el mayor crimen cometido en el pasado no puede justificar la falta de racionalidad y sentido común hoy». Culpar y castigar a la segunda y tercera generación de alemanes por atrocidades cometidas hace más de 70 años es directamente contrario al objetivo final de una política exterior moral: la de paz y reconciliación entre naciones.

El enfoque de Varsovia en esta cuestión refleja el pensamiento político de Kaczynski en general: al revisar las instituciones democráticas liberales de Polonia, intenta finalmente ganar los argumentos que perdió en los años noventa, cuando se opuso a la transformación liberal del país. Sin embargo, repitiendo las batallas del pasado, luchando contra las redes postcomunistas y revirtiendo las reformas educativas introducidas por los predecesores, el PiS está destruyendo las bases del Estado, al tiempo que pretende restaurar la cordura moral.

Historia

Este fanatismo moral va acompañado de un maniqueísmo histórico que se niega a reconocer la complejidad de la historia. Y es sólo la complejidad de la historia la que nos permite extraer lecciones útiles para la política actual. El fin del régimen de reparaciones en los años cincuenta fue un paso indispensable hacia la paz y la integración en Europa. Reflejó un cambio fundamental en el acercamiento hacia el derrotado enemigo de guerra basándose en la convicción de que es mejor convertir al enemigo en un aliado que mantenerlo controlado. Este cambio impidió una repetición de la humillación económica de Alemania después de la Primera Guerra Mundial que había contribuido al ascenso de Hitler y ayudó a hacer de Alemania Occidental un estado económicamente viable que fue capaz de resistir al comunismo y más tarde convertirse en el motor de la integración europea.

Es cierto que no era elección de Polonia permanecer al otro lado del telón de acero y ser excluida de esos beneficios, sin embargo, la madurez política requiere reconocer que la historia es un nudo complejo y que tratar de simplemente cortarlo no es muchas veces posible ni aconsejable.

Esta incapacidad de mirar más allá de las interpretaciones simples de la historia es una enfermedad peligrosa y contagiosa. En Polonia afecta no sólo las relaciones polaco-alemanas, sino que también a muchas otras discusiones nacionales. Uno por ejemplo, puede verlo en el debate sobre el ganador del Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, cuyos breves contactos con la policía secreta comunista a principios de los 70 son utilizados por el PiS para deslegitimar sus méritos incuestionables en la destrucción del sistema comunista. Es también una espina en las relaciones de Polonia con Ucrania, con Varsovia denigrando al héroe nacional ucraniano Stepan Bandera a causa de su responsabilidad por los crímenes contra ciudadanos polacos.

Soberanía

Por último, esta campaña anti-alemana es también un síntoma de la des-europeización de la política polaca. El ideal de 'alineación' de los años noventa con los valores y economías de Europa Occidental ha sido reemplazado por el PiS con el ideal populista de 'emancipación' de aquellos antiguos socios.

La europeización de Polonia siempre estuvo inextricablemente ligada a su relación con Alemania, de ahí el eslogan «el camino a Europa pasa por Alemania». Por lo tanto, no es casualidad que el sonido de la soberanía del PiS haya sido acompañado por la demonización de Berlín. Los fundamentos de la relación bilateral germano-polaca están ahora rotos, y la disputa sobre reparaciones está eliminando los últimos casos de confianza entre las dos capitales.

El desastre de las reparaciones pronto podría fracasar si Kaczynski decide que ha agotado los beneficios internos de la campaña. Sin embargo, las tres fuerzas que conforman la política de Polonia probablemente permanecerán mientras el PiS continúe en el poder, acelerando la desaparición de la política exterior del país.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.