Perspectivas desde Madrid: la actual política española hacia Rusia o las múltiples caras de Jano

España se inclina hacia una posición de acómodo condicional con Rusia, pero tiende a apoyar la posición europea media.

España se inclina hacia una posición de acómodo condicional con Rusia, pero tiende a apoyar la posición europea media.

La convulsa política en Europa coincide con un momento igualmente convulso de la política española marcado por la re-estructuración del sistema de partidos políticos, la crisis de Cataluña y los enormes casos de corrupción que empañan al Partido Popular (Conservador). Con un gobierno en funciones desde hace un año, tras dos elecciones no concluyentes, y con un parlamento sin mayoría absoluta – aunque recién fortalecido -, las grandes cuestiones de la política exterior cogen en gran medida con la guardia baja a una España ensimismada y distraída, aunque el Brexit, el drama de los refugiados o la matanza en Alepo generan preocupación.

Los malabarismos de España con Rusia

La política actual de España hacia Rusia es en parte como Jano, el dios de la multitud de caras: puede presentar rostros diferentes, al apoyar varios principios e inclinarse por varias direcciones a la vez (acercamiento a Moscú, apoyo a sanciones UE; medidas de de-escalada OSCE, medidas de disuasión en OTAN, etc.), aunque parezcan contradictorios. Esto a veces levanta recelos y genera interrogantes entre los socios en Europa y al otro lado del Atlántico – especialmente cuando la balanza parece inclinarse demasiado del lado favorable al acercamiento a Moscú (independientemente de sus acciones). No obstante, los responsables de política exterior de Madrid ven y defienden la posición de España como perfectamente coherente.

Los pragmáticos malabarismos de España con Rusia probablemente guiarán su enfoque en las próximos discusiones sobre Rusia en el Consejo Europeo. En general, España se inclina hacia una línea de acuerdo condicional con e inclusión de Moscú. Está posición general viene favorecida por la visión mundial más bien conservadora de las clases dirigentes y líderes políticos actuales (en cuanto a la aceptación de grandes poderes, visión geopolítica del mundo, etc.), además de cierta simpatía por Rusia en algunos ámbitos; por la auto-percepción de España como intermediario neutral y el interés de Madrid por mantener unas relaciones provechosas con Moscú (teniendo en cuenta también el actual puesto no permanente de España en el Consejo de Seguridad), y una sincera convicción de que, como norma, los incentivos funcionan mejor que la política de contención con el Kremlin.

Por otro lado, España sigue siendo, con matices, un país pro-europeo y los responsables de política exterior priorizan la unidad europea, evitando romper el consenso o hacer excesivos gestos contrarios a la posición común, como los realizadas a veces por Roma o Budapest. Madrid, en el conflicto de Ucrania, ha tendido a seguir de cerca la postura de Alemania, condenando las violaciones rusas del derecho internacional (especialmente en lo que concierne a Crimea), y generalmente apoyado las sanciones, siempre insistiendo en la necesidad de combinar firmeza con distensión , con una preferencia instintiva por la segunda.

Por otra parte, como aliado de la OTAN y en cumplimiento de los compromisos acordados por la Alianza en Gales y otras cumbres, España , incluso en tiempos de dificultades económicas, ha contribuido activamente en medidas de reafirmación del art. 5 y solidaridad con los miembros de la OTAN expuestos, como de disuasión. Madrid ha “salido de área”, por así decirlo, y de sus intereses vitales directos, contribuyendo a operaciones en el Báltico y ha sido nación marco para la Fuerza de Muy Alta Disponibilidad (Very High Readiness Joint Task Force, VHRJTF).

A menudo, tratándose de política en un área relativamente nueva para España como ésta (e.g. Partenariado Oriental), el énfasis específico en uno u otro vector, en mensajes de uno y otro sentido, puede depender en gran medida de las preferencias e inclinaciones personales de los funcionarios responsables en Madrid, las embajadas en el exterior, los políticos concretos y, en fin, consideraciones tácticas – lo que a veces se traduce en mensajes contradictorios , provenientes de distintos niveles.

Opinión pública

Por lo general, los principales medios de comunicación de España suelen respaldar actitudes más duras contra el Kremlin que el actual gobierno y la media de la posición de la mayoría de los partidos políticos en España. Entre la población, tal vez debido a un subyacente resentimiento hacia el autoritarismo compartido por la mayoría de los españoles hoy día, las pocas encuestas existentes en este tema suelen mostrar de forma consistente un marcado desprecio hacia Putin e incluso apuntan a una preferencia por mayor firmeza con el Kremlin y líneas rojas, que está por encima de la media de la UE, lo que sugiere una cierta brecha entre la opinión pública y la élite.

No obstante, también existe una creciente realidad paralela muy presente en la blogosfera, las redes sociales y algunos medios de comunicación (como Russia Today en español), que promueven la posición del Kremlin en todo y su narrativa – a veces de manera aún más visceral- y tienen cierta influencia en algunos sectores. Siendo un fenómeno creciente en Europa y Occidente estas narrativas ganan influencia y visibilidad en tiempos de malestar con la política establecida, los partidos políticos y medios establecidos, y en tiempos de lo que algunos han denominado como «política post-verdad”.

Entre las fuerzas políticas en España, aa coalición de Podemos, especialmente algunos sectores ideológicos a la izquierda de la misma, a juzgar por las declaraciones de sus dirigentes y el sentido de sus votaciones en Estrasburgo, tiende a apoyar esta narrativa, exigiendo el fin inmediato de las sanciones, aceptando sin críticas el discurso de Putin y el Kremlin sobre Ucrania o Siria y pidiendo medidas de acercamiento a la Rusia de Putin – paradójicamente visto como un baluarte contra el imperialismo. A esta perspectiva se adhiere también un grupo heterogéneo de algunos movimientos nacionalistas radicales en las regiones, así como derechistas y movimientos fascistas españoles, aunque éstos son en general irrelevantes políticamentes. Asimismo, la escuela de los Russlandverstehers españoles son muy influyentes en el ámbito universitario y en algunos institutos estratégicos y militares, a veces proponiendo un caucus del Sur de Europa amistoso con Rusia.

Puntos de inflexión

Un punto de inflexión potencialmente importante en este malabarismo con Rusia, sería, probablemente una ascensión eventual de Podemos al gobierno de España, ya sea como principal partido o en coalición con el PSOE, aunque esto no parece probable a corto plazo – ni tampoco Rusia es una prioridad para este partido. Por lo tanto, en lugar de un hecho específico concreto (e.g. elecciones), el punto de inflexión real para esta política del dios Jano será probablemente los contornos del escenario político que vaya surgiendo de la agitación política actual en España y Occidente; en concreto, cómo se resuelva este choque de instintos y preferencias entre las élites, instintos  como la tendencia al aislamiento frente a la globalización, tolerancia del autoritarismo frente a énfasis en democracia, etc.

En ello, será clave la visión global de los líderes surgidos del inestable panorama político en España, así como la evaluación del espacio de seguridad europeo (e.g. Flanco Este, vecindad Sur) y la cohesión de la Unión Europea y la Alianza Atlántica, ahora amenazadas por la fragmentación política y de seguridad.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.