DESAFÍO YIHADISTA

Tras la Primavera Árabe

La revolución libia encalla ante la amenaza del Estado Islámico

Rebeldes libios celebran la toma del palacio de Gadafi en 2011. LOUAFI LARBIREUTERS

Occidente planifica una intervención ante el arraigo del Estado Islámico en el país norafricano y su expansión por la región

La división política y los enfrentamientos entre milicias han estancado la transición tras la caída de Gadafi

A Libia se le acaba la esperanza. El país ha cambiado los 42 años de dictadura de Muammar Gadafi por la amenaza del Estado Islámico en apenas cinco años de frustración acumulada desde que estallasen las revueltas contra el caudillo el 17 de febrero de 2011. En el aniversario de su revolución, tanto EEUU como la Unión Europea barajan la posibilidad de una intervención militar que ponga freno a los esbirros del autoproclamado califa, Abu Bakr al Bagdadi, mientras aguardan la consagración de un Gobierno de Acuerdo Nacional que finiquite el caos institucional que reina en el país.

"El enfrentamiento entre las dos grandes facciones gubernamentales libias ha sido la ventana de oportunidad perfecta para que el Estado Islámico creciera en Libia", sentencia Alberto Bueno, investigador del Grupo de Estudios de Seguridad Internacional de la Universidad de Granada.

Desde 2014, el país vive arruinado (la exportación de petróleo se ha detenido y las instalaciones están bajo asedio) y sumido en un conflicto civil provocado por las disputas entre el Consejo General de la Nación, asentado en la capital, Trípoli, y la Casa de Representantes en Tobruk. Miembros de ambas autoridades acordaron el pasado diciembre, con mediación de Naciones Unidas, nombrar un Ejecutivo unitario cuya votación volvió a aplazarse este martes ante la desconfianza sobre los ministros propuestos.

El enviado especial de la ONU para Libia, el alemán Martin Kobler, que sustituye al español Bernardino León, reconocía esta semana la necesidad de "salvar el país del azote de una mayor destrucción". "Esta es una oportunidad histórica para la paz que no debe perderse", declaró a través de un comunicado con el que señalaba el vencimiento del plazo para nombrar el Gabinete.

No es la primera vez que los bandos enfrentados frustran la formación del nuevo Gobierno, el tercero en discordia, dirigido provisionalmente por Fayez al Serraj. En enero el proyecto que mencionaba 32 nombres se fue a pique. Varias personalidades listadas también han ido rechazando su nominación entre críticas por no saber siquiera que habían sido nominados como ministros.

Para Mattia Toaldo, experto en Libia del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, la cristalización del Ejecutivo de Serraj es una de las claves para llegar a un consenso sobre una acción extranjera en Libia al estilo de los bombardeos de la Coalición Global contra el Estado Islámico. "La pugna está entre los diplomáticos que creen que no puede haber ninguna intervención militar sin estrategia política y el ámbito de la Defensa que piensan que no se puede perder más tiempo en golpear al IS", apunta.

Entre los primeros se encuentra Reino Unido, cuyos aviones han efectuado ya varios vuelos preparatorios por el espacio aéreo libio ante la posible "invitación" del Ejecutivo patrocinado por la ONU, cuando este se imponga. Francia también reconoció, en diciembre, haber realizado varias rondas de reconocimiento. El ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, ha reiterado en varias ocasiones la necesidad de actuar en Libia ante la amenaza que supone tener al Estado Islámico a 300 kilómetros de las costas europeas. EEUU ha ido más lejos tras enviar tropas especiales a sondear el terreno y haber acabado, en noviembre, con el líder iraquí de la franquicia libia del IS.

"Creo que la verdadera cuestión es cuándo y cómo, no si va a haber una intervención", opina Toaldo, "la pregunta es cuándo escalará y se convertirá en algo más parecido a lo que vemos hoy en Siria e Irak".

La cifra de 'yihadistas' del IS en el país ha subido hasta acumular entre 3.000 y los 6.500 combatientes debido a la presión de los ataques de la Coalición en Siria e Irak, según ha reconocido Kobler, jefe de la Misión Especial de Naciones Unidas para Libia (UNSMIL). El trasvase desde Oriente Medio ha consagrado a Libia como la colonia del califato en el Norte de África, especialmente desde que el pasado año el grupo se hiciese con el control de Sirte, donde se han impuesto brutalmente.

Para Alberto Bueno, una intervención militar podría, paradójicamente, empeorar la situación dentro y fuera del país, alumbrando un nuevo "frente de yihad" que atrajera más combatientes. "Estado Islámico no cuenta a día de hoy con la capacidad para expandirse hacia el Sahel", dice.

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