Marruecos, la Unión Europea y el dilema migratorio

La llegada a España desde Marruecos de un mayor número de inmigrantes ha puesto bajo presión a ambos estados, pero la asociación entre ambos países podría establecer una buena estrategia en materia de inmigración.

La llegada a España desde Marruecos de un mayor número de inmigrantes ha puesto bajo presión a ambos estados, pero la asociación entre ambos países podría establecer una buena estrategia en materia de inmigración.

El número de inmigrantes que siguen rutas irregulares desde África a Europa es solo una fracción de lo que era en los últimos años. Sin embargo, el aumento este año del número de personas que utilizan la ruta Marruecos-España significa que ahora se ha convertido en el principal punto de entrada a Europa para los inmigrantes del África subsahariana, aunque los marroquíes también representan una proporción considerable de las entradas. Marruecos y España han tratado de fortalecer lo que ha sido durante mucho tiempo una estrecha relación de trabajo, incluyendo la reciente defensa de España para que Marruecos reciba un mayor apoyo de la Unión Europea.

La amplia cooperación de los dos países abarca los lazos comerciales, la cooperación para el desarrollo y el surgimiento de una importante comunidad marroquí en España. Un ingrediente importante en esto fue la regularización de miles de inmigrantes en España en los años 90 y en el 2000, incluyendo 570,000 inmigrantes en 2005, muchos de los cuales eran marroquíes. España también continúa permitiendo una cierta cantidad de migración circular legal, dando a algunos marroquíes la oportunidad de trabajar legalmente en España, aunque bajo condiciones bastante estrictas. Marruecos, a su vez, acepta el regreso de los inmigrantes adultos marroquíes que ingresan a España por rutas irregulares.

Dicho esto, la gestión de la inmigración ha quedado últimamente relegada a un segundo plano, especialmente durante la crisis económica, cuando muchas menos personas intentaron cruzar ilegalmente a España. Pero las llegadas de este año ­- 41,594 a finales de septiembre y otras 10,000 en octubre – han colocado este asunto en el centro del debate. En particular, en respuesta al salto de las vallas alrededor de Ceuta en julio y agosto, Marruecos y España se han dedicado a intensificar su cooperación en torno al tema.

A pesar de que los números son aún más bajos que los que llegaron a Italia desde Libia, España y Marruecos temen que continúe creciendo y los efectos que esto pueda tener en la política doméstica o seguridad. Los políticos y funcionarios españoles temen que, sin la ayuda cercana de Marruecos en la gestión de la inmigración, esta ruta pronto será mucho más importante para los inmigrantes que buscan llegar a Europa. Como resultado, en octubre, la secretaria de Estado de Migraciones de España, Consuelo Rumí, declaró que España sería la «voz» de Marruecos en Europa.

Marruecos enmarca su propia cooperación en materia de inmigración de acuerdo con su propio interés en proteger sus fronteras y evitar que las redes de contrabando aumenten su actividad a través del territorio marroquí. El ministro de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, declaró en una entrevista reciente que Marruecos no está preparado para convertirse en una plataforma para acciones ilegales, y que la situación en el norte de Marruecos se había vuelto inaceptable durante el verano debido a las acciones de las redes de contrabando. Autoridades, incluido el ministro, han sugerido en repetidas ocasiones que las acciones italianas en Libia provocaron que las redes de contrabando desplazaran sus actividades a Marruecos. Hay un fuerte sentimiento en Marruecos de que las acciones europeas han causado una presión adicional en su territorio.

Siguiendo la defensa de Marruecos por parte de España, la UE aprobó 140 millones de euros en apoyo al país para el control de las fronteras. Después del Consejo de Asuntos Exteriores de octubre, Federica Mogherini declaró que la UE aumentaría su trabajo con Marruecos y Mauritania sobre el tema. La UE ya había hecho frente a un enfriamiento en la relación con Marruecos tras las sentencias del Tribunal Europeo de Justicia en contra de la aplicabilidad de los acuerdos de pesca y agricultura en las aguas adyacentes al Sáhara Occidental. La UE había apoyado anteriormente la Estrategia Nacional de Marruecos sobre Inmigración y Asilo, que llevó a la regularización de cerca de 50,000 inmigrantes del África subsahariana en Marruecos, y los funcionarios esperan participar nuevamente en una discusión más fructífera con Marruecos sobre temas de inmigración y asilo.

Sin embargo, la cooperación reforzada ha llevado a España, y por extensión a la UE, a aguas inciertas en lo que respecta a los derechos humanos y el derecho internacional, como en otras partes del Mediterráneo. Tras el segundo salto de la valla en Ceuta el 22 de agosto, España devolvió 116 migrantes a Marruecos en 48 horas. Los defensores de los derechos humanos argumentan que esto no permitió tener el tiempo suficiente para garantizar el procesamiento adecuado de todos los expedientes. Mientras tanto, las autoridades marroquíes transportaron a cientos de inmigrantes desde el norte del país hacia el sur en muy malas condiciones, acciones que se enmarcaron bajo el pretexto de alejar a estas personas de la frontera europea, y Bourita declaró que Marruecos había actuado como un «socio responsable” de Europa. Como era de esperar, estas acciones no provocaron respuesta por parte de la UE. La UE tampoco reaccionó cuando la Marina Real Marroquí disparó contra barcos de inmigrantes en septiembre y octubre, matando a una mujer.

La cooperación entre la UE y Marruecos se puede tensar más aún ya que el «modelo» político y económico marroquí se encuentra bajo una creciente presión interna. El país ha experimentado un patrón sostenido de protesta y activismo político en los últimos dos años a pesar de en ocasiones practicar una represión severa. Marruecos está luchando por lograr un crecimiento económico y por asegurar que el desarrollo llegue a las regiones más desfavorecidas. El país languidece en el puesto 123 del índice de desarrollo humano. Más agitación podría tener importantes efectos en términos de mayores tasas de inmigración desde el propio Marruecos.

Si bien Marruecos es el primer país del norte de África en introducir una estrategia de inmigración y regularizar a los inmigrantes en el país, muchos inmigrantes están decididos a ir a Europa y permanecer ilegalmente en Marruecos si fracasan. Como en Europa, esto puede plantear grandes desafíos en términos de racismo y falta de integración. En caso de que un mayor número continúe fluyendo a Marruecos y permanezca allí ilegalmente, esto representará un desafío mayor para los recursos del país. Además, Marruecos no es tan resistente como sus vecinos europeos, y existe la preocupación de que la corrupción inducida por las redes de tráfico pueda debilitar el Estado de Derecho y reducir la capacidad del estado para enfrentar otros problemas de seguridad.

La relación entre España y Marruecos ofrece algunos indicios de cómo debería desarrollarse una estrategia europea sobre inmigración: una basada en una asociación más amplia con los estados al sur de Marruecos. Esto debería incluir sin dudas un componente de comercio y de ayuda como algunas estrategias actuales de la UE y de Estados miembros clave, como el Fondo Marshall de Alemania para África. Pero dicha asociación también requerirá vías para la inmigración regular que podrían permitir a Europa negociar acuerdos de retorno con los estados africanos y podría ser un elemento disuasivo para la inmigración irregular.

Pero España y Marruecos también demuestran algunos de los problemas de este tipo de cooperación al poner de relieve que la presión sobre los estados fronterizos puede llevar a una tendencia a priorizar la seguridad y el control fronterizo sobre los derechos humanos y el derecho internacional. En la trayectoria actual, la UE corre el riesgo de ejercer una presión indebida sobre los vecinos del sur como Marruecos, que ya enfrentan una gran cantidad de presiones internas y que probablemente recurran a medidas cada vez más represivas en sus respuestas a la inmigración.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.