Las consecuencias del brexit en política exterior

Mark Leonard, director de ECFR, explica las consecuencias y el camino a seguir tras la victoria de brexit en el referéndum

Los ciudadanos han hablado. La votación ayer para dejar la Unión Europea es solo el comienzo de lo que será un proceso de divorcio largo e incierto. Las declaraciones de David Cameron han dejado claro que el Reino Unido está en una posición poco probable de comenzar las negociaciones antes de que su sucesor tome posesión en octubre.

​Muchas serán las decisiones que se van a tomar en los próximos días y que van a tener grandes consecuencias para el futuro tanto del Reino Unido como de la Unión Europea.

Para el Reino Unido existe un riesgo inmediato con su economía y, más a largo plazo, la amenaza a su capacidad de influencia. La agitación financiera de hoy refleja el temor a la pérdida del acceso al mercado de la UE que podría desalentar a los inversores y dañar potencialmente a sectores estratégicos como los servicios financieros. A largo plazo, un fracaso en la creación de condiciones económicas y políticas eficaces con la UE condenarán al Reino Unido a la pobreza relativa y la irrelevancia internacional.

Para la UE, la salida del Reino Unido crea el riesgo de reforzar un ciclo de desintegración. Estados Miembros como Polonia o Hungría, así como partidos opositores tales como el Frente Nacional de Marine Le Pen, podrían proponer movimientos similares. Otros como Irlanda podrían desestabilizarse económicamente. A nivel internacional, la pérdida de la segunda economía más grande de Europa será un gran golpe para la reputación y presencia de la UE. Si suceden otras crisis (como la del  euro, Schengen o la presidencia de Donald Trump) existe un verdadero peligro de colapso.

Los tomadores de decisiones en Europa y el Reino Unido necesitan reaccionar rápidamente para contener los siguientes riesgos:

En la UE:

  • Los líderes europeos necesitan mantener unida al resto de la UE. Deberían plantear la visión de una Europa inclusiva que se puede reformar a sí misma y que puede combinar integración en áreas claves con equilibrio de poderes y gestionar proyectos que involucren diferentes grupos y estados nación. Esto también ayudaría a los europeos a crear un marco para comprometer a otros estados no miembros como Turquía en prioridades como la crisis de refugiados.
     
  • La UE debe evitar promover grandes iniciativas de integración. Existirá la tentación de dar un paso adelante en materia de integración cuando el Reino Unido abandone la UE. Pero ello podría crear una contra reacción de aquellos Estados Miembros que tiene partidos euroescépticos, y otros como Polonia, que tienen la preocupación de que la UE se convierta en una organización poco equilibrada, que busque posturas hacia el proteccionismo y el integracionismo franco-aleman.

La UE debería trabajar para:

  • Mantener sus vínculos con Reino Unido a través de la distinción entre aquellas áreas en las que todos es beneficiaran y aquellas con Reino Unido en las que se puede alimentar el contagio.
     
  • Está claro que el Mercado Único no puede sobrevivir si los países tienen la potestad de salir. Al mismo tiempo, todos los Estados Miembros tienen vínculos con Reino Unido, aunque algunos están más expuestos que otros. El comercio con Reino Unido representa el equivalente al 12% del PIB de Irlanda.
     
  • Polonia tiene 700.000 ciudadanos viviendo en Reino Unido y se temen consecuencias negativas para su moneda si se produce una devaluación de la libra y hay problemas con los mercados financieros. Chipre y Holanda también tienen vínculos muy grandes con el sector financiero británico.
     
  • Los Estados Miembros con los vínculos más cercanos al Reino Unido intentarán mantenerlos y la UE debería buscar acomodarlos de una manera que no debilite la fábrica del resto de la UE.
     

En el Reino Unido:

  • El gobierno británico y el Banco de Inglaterra deberían intentar tranquilizar a los mercados para mitigar el impacto económico inmediato.
     
  • El gobierno británico debería evitar dar pasos de forma unilateral que pueda desestabilizar la UE o dañar a otros Estados Miembros. El gobierno debería ser lo más constructivo posible. Adoptar una postura agresiva o amenazante sería desventajoso para todos.
     
  • El gobierno británico debería buscar un modelo de asociación que ya exista, en lugar de intentar labrarse un tipo de relación totalmente nuevo. Un acuerdo tipo “Noruega-plus” se presenta como la opción más sensata. Es poco probable que los Estados Miembros vayan a querer desviarse de los modelos ya existentes. Si intentara proponer un modelo totalmente nuevo, el Reino Unido acabaría pagando un precio mucho más alto, y las negociaciones se alargarían, con sus consecuentes años de inestabilidad. Los 27 Estados Miembros deben aceptar el acuerdo, y aún cabría el riesgo de que algún estado miembro pudiera rechazarlo en referéndum.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.