CRISIS EN UCRANIA El análisis

El plan de Putin

  • Rusia no tiene intención de anexionarse el Este de Ucrania

  • Pretende que Occidente acepte un estatus de soberanía limitada

Dmitri Medvedev (izqda.), su esposa Svetlana y Vladimir Putin en la...

Dmitri Medvedev (izqda.), su esposa Svetlana y Vladimir Putin en la celebración de la Pascua ortodoxa en Moscú. AFP

Las provocaciones de Rusia en estos momentos en el Este de Ucrania y la presencia de tropas rusas en la frontera oriental de Ucrania están dirigidas a influir en las negociaciones con la Unión Europea y Estados Unidos sobre el futuro Estado de Ucrania. Rusia no tiene intención de anexionarse el Este de Ucrania, pero pretende que Occidente acepte un estatus de soberanía limitada para el país. Anexionarse el Este de Ucrania sería demasiado costoso para Rusia, tanto en términos económicos como políticos. Además, todo intento ruso de absorber más territorio ucraniano provocaría resistencia en la sociedad ucraniana.

Vladimir Putin quiere dictar una futura Constitución de Ucrania con el fin de imponer una estructura federalizada a los ucranianos y para obligar al Gobierno central a dar más autonomía a las regiones ucranianas. Todo lo que está haciendo en la actualidad tiene por objeto mejorar su posición de cara a la negociación con Occidente. El modelo preferido de Moscú se basa en el sistema federal alemán; le gustaría que el Parlamento de Ucrania contara con una potente segunda Cámara, a través de la cual las regiones pudieran influir en la política nacional. Rusia quiere garantizarse un Gobierno y un presidente débiles en Ucrania. Esto permitiría a Moscú influir en la toma de decisiones a través de su privilegiada relación con las regiones orientales de Ucrania, que desarrollarían estrechos vínculos económicos y políticos con Rusia.

Los comentaristas occidentales se equivocan al pensar que Rusia está interesada en la estabilización de Ucrania. Putin tendrá en cuenta sólo dos opciones para Ucrania: o la federalización o un Estado fallido. La política actual de Rusia es la desestabilización programada. Moscú hace todo lo que puede por socavar la legitimidad del Gobierno de Kiev, poniendo en evidencia que el Ejecutivo no puede controlar el país. Otros instrumentos de desestabilización incluyen una subida reciente de los precios del gas de Gazprom a Ucrania, hasta el nivel más alto pagado por cualquier otro país al gigante ruso de la energía, así como las exigencias de Moscú de que Ucrania liquide íntegramente todas sus facturas de energía y sus préstamos.

Mayor autonomía para las regiones

Mientras ningún candidato prorruso tenga posibilidades de victoria, Moscú no va a apoyar [la celebración de] elecciones presidenciales de mayo en Ucrania. Preferiría llegar a un acuerdo con la Unión Europea y Estados Unidos sobre el futuro de Ucrania. Ahora bien, Putin ya no está dispuesto a llegar a compromisos con Occidente sobre el futuro de Ucrania. Si no puede conseguir una mayor autonomía para las regiones de Ucrania bajo dominio ruso, Moscú destruirá el Estado ucraniano antes que permitir su integración en la UE o en la OTAN. Putin considera Ucrania como territorio ruso y su campaña de "devolver Crimea a la patria" fue bien recibida por la opinión pública rusa.

Putin finalmente ha encontrado una forma de legitimar su política a pesar de los deficientes resultados económicos de su Gobierno. El patriotismo da resultado en Rusia y la maquinaria propagandística de Moscú ha ayudado a aumentar los índices de popularidad de Putin de manera espectacular, hasta un 80%. Lo más preocupante es que el apoyo a una intervención militar abierta no ha dejado de crecer en Rusia en los últimos tres meses. En diciembre, la mayoría de los rusos estaba en contra de cualquier operación militar. En la actualidad, sin embargo, el 50% de los rusos respalda la intervención militar. Las sanciones han reforzado el apoyo público a Putin. La propaganda oficial sostiene que las sanciones, junto con el creciente aislamiento del país, estimularán el desarrollo de la industria nacional y el 68% de los rusos confía en la actitud del Gobierno.

La política de Rusia de reforzar su industria nacional se basa en reorientar su atención hacia Asia y en fomentar el retorno de los activos extranjeros rusos al país. Moscú está incluso hablando de construir una infraestructura completamente nueva de conducciones [de petróleo y gas] a Asia con el fin de sustituir a la UE como principal comprador del petróleo y el gas rusos. No obstante, esta estrategia no está diseñada realmente para producir un plan viable de desarrollo económico de Rusia en el futuro. La clave está en hacer que la población se crea la propaganda y en hacer así posible que el Gobierno ruso manipule la opinión pública rusa. Al propio tiempo, el discurso oficial intenta debilitar cualquier entendimiento con Ucrania o la UE. La única verdad es la verdad tal y como la presenta el Gobierno ruso; todo lo demás queda etiquetado como propaganda de los competidores de Rusia.

Escepticismo sobre las instituciones democráticas

El respaldo a la política antimodernización de Putin no ha dejado de crecer. Los conceptos de 'deseuropeización' y 'desoccidentalización', sea lo que sea lo que estas palabras signifiquen, se están volviendo cada vez más y más populares. Los rusos muestran un creciente escepticismo sobre las instituciones democráticas y muchos han rechazado de plano la postura de la UE sobre las minorías sexuales.

Este estado actual de la opinión pública es el resultado de un proceso deliberado. Desde su reelección en 2012, Putin ha sentado las bases de un conflicto con la UE y Estados Unidos. Neutralizó la influencia occidental a través de la ley de ONG de 2012, lo que obligó a las organizaciones no gubernamentales a registrarse como "agentes extranjeros". Además, en la actualidad está tomando medidas para silenciar las voces críticas que aún quedan. Al amparo de la crisis de Ucrania, Putin ha ido intensificando la represión. Instituciones independientes, como la organización electoral Levada Center [que vigila la limpieza de las elecciones], se encuentran bajo un ataque masivo de la Administración pública, sometidas a medidas tales como inspecciones tributarias regulares y perturbadoras. Por otra parte, se ha llevado a cabo una segunda ola de acusaciones contra los líderes de las manifestaciones de la Plaza Bolotnaya en 2012. La estrategia tiene por objeto no sólo intimidar a la población sino también colgar a todos los que están en contra de la política de los dirigentes las etiquetas de antirrusos o de "agentes extranjeros", lo de "si no estás con nosotros, estás contra nosotros". Todas estas medidas han creado un clima de denuncia, miedo y patriotismo acrítico. Así pues, lo que está ocurriendo no es tan sólo una nueva dirección en la política exterior de Rusia sino también un nuevo viraje hacia la represión interna.

Nuevo orden internacional

Ucrania no es el único asunto, ni siquiera el principal, en el nuevo planteamiento de Putin. Rusia quiere establecer un nuevo orden internacional e instituir unas nuevas reglas en las relaciones internacionales. [Rusia] aspira a garantizarse la confirmación de su dominio en el área postsoviética a través de una negociación con la UE y Estados Unidos. Una vez que la UE y Estados Unidos han aceptado la anexión de Crimea, las bases del orden posterior a la Guerra Fría han perdido todo significado. Putin quiere utilizar Ucrania para hacer patente que Rusia ya no aceptará ninguna ampliación de la UE o de la OTAN en el ámbito postsoviético. Rusia ha ofrecido a Occidente un falso dilema: o ustedes aceptan el nuevo orden que dictamos nosotros o destruimos Ucrania.

Esto representa un vuelco fundamental en la política rusa. La nueva política pone patas arriba todos los principios de las relaciones internacionales y utiliza el conflicto con Cccidente como una herramienta de movilización de masas en favor del sistema que Putin ha creado. Poco importa que todo esto esté ocurriendo como resultado de la debilidad de Rusia, como consecuencia del fracaso del 'poder blando' de Rusia en Ucrania. Moscú todavía tiene recursos suficientes para resistir la presión y las sanciones de la UE y Estados Unidos y desestabilizar a sus vecinos.

A lo largo de los últimos 20 años, la UE no ha conseguido integrar a sus vecinos postsoviéticos en términos de economía, de seguridad y de democracia. No ha desarrollado una política de vecindad que tuviera en cuenta la realidad de sus vecinos orientales sino que, antes al contrario, ha puesto en pie una política basada en la premisa de lo que sería posible en el seno de la UE. La Unión Europea perdió su oportunidad de desarrollar unas instituciones que tuvieran capacidad de influencia en el área postsoviética en momentos en que Rusia era débil o estaba más abierta a la cooperación y la integración. Europa no supo ver la división cada vez más profunda entre sociedad y poder en la región e imprudentemente aceptó a Rusia como principal proveedora de seguridad en la zona.

Relaciones económicas con Rusia

En la actualidad, ni la UE ni Estados Unidos están preparados para un conflicto con Rusia. Tantos unos como otros tienen diferentes intereses en Rusia, diferentes consideraciones geopolíticas y, a veces, incluso valores diferentes, como quedó claro al comprobar la reacción europea ante el escándalo de la NSA (National Security Agency, o Agencia de Seguridad Nacional). Muchos estados miembros de la UE han desarrollado fuertes relaciones económicas con Rusia. Estados Unidos, sin embargo, tiene intereses económicos muy limitados en el área postsoviética y está en proceso de reorientar sus intereses de Europa a Asia. Ni Estados Unidos ni la OTAN van a desempeñar un papel clave en este conflicto.

Putin apuesta a que la UE no está dispuesta a aplicar sanciones graves contra Rusia. Su pretensión es que la UE y Estados Unidos se desmarquen los unos de los otros. Como es obvio, aislar a Rusia de los mercados bancario y financiero internacionales tendría consecuencias reales para la economía rusa. Sin embargo, hasta ahora los estados miembros de la UE han sido incapaces de ponerse de acuerdo en tomar una medida tan drástica, por lo que sólo se han aprobado sanciones simbólicas. La UE ha dado marcha atrás de la idea de adoptar medidas que realmente podrían contribuir a estabilizar Ucrania por temor a que el resultado sea una ruptura total de las relaciones con Rusia.

En esta situación, la única opción, tanto para la UE como para Estados Unidos, es sentarse a la mesa con Rusia y negociar sobre Ucrania. La UE es el socio económico más importante de Rusia y el cliente clave de su petróleo y su gas, por lo que tiene los medios para influir en la economía rusa. Putin necesita a la UE y Estados Unidos para su plan de imponer a Ucrania una soberanía limitada. A menos que Occidente asuma el papel de malo de la película que da su respaldo a Rusia y reconoce el papel de Rusia en el espacio postsoviético, la estrategia de Putin conducirá al fracaso.

Lucha por la superviviencia

Si la UE no está en condiciones de plantar cara al planteamiento de Rusia, se la considerará una protagonista fracasada en política exterior. Cualesquiera que sean sus propias crisis económicas e institucionales, los estados miembros de la UE deben entender que ésta es una situación crítica y que tienen que reaccionar de manera apropiada. Es posible que las cosas no sean ya nunca más como eran. Ucrania, un país justo al lado, con una población de 45 millones de habitantes, está luchando por su supervivencia como Estado soberano. Es necesario que la UE invierta más en la definición de una política exterior y de seguridad que funcione. Los estados miembros de la UE deben mejorar sus capacidades de defensa y de resolución de conflictos.

El objetivo de la UE debería ser el desarrollo de una nueva Conferencia sobre Seguridad y Cooperación, que podría integrar a los países post soviéticos en un nuevo orden de seguridad. Es en este nuevo marco en el que deberían debatirse los papeles de Ucrania y Rusia, junto con la seguridad de otros países post soviéticos y los medios para lograr la solución de los conflictos post soviéticos. Esto podría significar una redefinición de la OSCE (Organización de Seguridad y Cooperación en Europa) como organización de seguridad colectiva, un papel que ha perdido en los últimos 20 años. Se la podría dotar de mayores recursos y respaldarla con una mayor determinación de todas las partes para que se empleara en la resolución de conflictos.

Si la UE no defiende sus propias normas, Rusia dictará las suyas. Al reconocer a Rusia como principal proveedor de seguridad del área postn soviética y como protagonista principal en el tratamiento de los conflictos regionales, la UE ha proporcionado a Moscú las herramientas para dominar la región. Debe echarse abajo este modelo mediante la adopción de un mayor compromiso de la Unión Europea con toda la zona. Y lo más importante, la UE debe actuar ahora, no cuando Rusia ya haya empezado a poner en marcha la siguiente fase de su plan.

Stefan Meister es experto del European Council on Foreign Relations, donde ya fue publicado.

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